Hay ocasiones en las que palabras apropiadas provocan un efecto mágico,
logran cambios de actitud, hacen aflorar emociones.

De eso se trata este blog: de convertir ideas en escritos, sueños
en palabras y envolverlos "para llevar"
.

viernes, 11 de marzo de 2011

CARTA A UN ESPOSO Y PADRE QUE NO LLEGÓ A CASA:



(Al policía Juan José Morales, asesinado en Paso de la arena, Montevideo, en marzo de 2011)

No sé qué irías pensando camino a casa. Tal vez en el merecido descanso después de tantas horas de trabajo. Tal vez en abrazar a tu compañera de senda, con la que estabas, codo a codo para sacar adelante el hogar. Tal vez ya estabas esbozando una sonrisa pensando en tus criaturas durmiendo, ¡Dios, qué hermosos y plácidos se ven al dormir!.

No sé si ibas con paso apurado o cansino. Joven viejo, o viejo joven; muy joven todavía para tanta responsabilidad asumida: tu carrera, tu familia, tu vida y todas las que juraste defender aún a costa de la tuya.

¿Tenías sueños, Juan José? ¿Cómo pensabas que sería el futuro con tu familia? ¿Qué ilusiones eran el motor que te mantenía día tras día, hora tras hora?

¿Cuáles eran tus proyectos? ¿Qué tenías planeado para las vacaciones? ¿Descansar, visitar familiares, o tal vez pintar la postergada reja del frente de tu casa?

¿Creías en la justicia, Juan José? ¿Creías en esa justicia representada por una mujer -seguramente madre, como la tuya, como tu esposa- que lleva una espada, una balanza y los ojos vendados?

Esta carta, estas preguntas no tendrán respuestas. Una mano asesina apretó el gatillo y se murieron contigo las ilusiones, los sueños, los proyectos.

Queda el dolor de los tuyos, de la familia y el hogar que construiste, de tus compañeros, de tus amigos. Quedará tu foto en la oficina, junto a las de otros que cayeron en cumplimiento del deber. O no; ¿el regreso a casa no es tiempo de cumplimiento del deber?

Ojalá no empiecen a olvidarte. Ojalá esa balanza que tiene la justicia deje de una vez por todas de inclinarse a favor de los segadores para quienes la vida humana no tiene valor alguno. Ojalá que se entienda que la tuya sí valia la pena; para que el descansar en paz no sea sólo una frase hecha, para que dé buena cosecha todo lo que sembraste.

Que así sea.

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